Israel destroza los valores morales del judaísmo

Yakov Rabkin
eneroo 2009

Publicado en El Milenio (México) en enero 2009.

Israel destroza los valores morales del judaísmo

Yakov Rabkin*

Montreal

El ataque israelí contra los palestinos de Gaza ha ampliado el abismo entre los judíos en relación con Israel y el sionismo. Al destrozar hospitales y escuelas en Gaza, Israel destroza también los valores morales del judaísmo. Muchos judíos tendrán que resolver la contradicción entre la religión judía que ellos creen profesar y la ideología sionista que forma, en realidad, su nuevo

credo y su nueva identidad. Y esto en momentos en que profundas preocupaciones sobre lo que está haciendo el Estado de Israel alienta la ira de los pueblos a través del planeta, en donde los judíos constituyen apenas 0.2% de la población total.

Este recordatorio es importante teniendo en cuenta la amplitud de los problemas que se derivan del comportamiento del Estado de Israel, que pretende actuar en el nombre de “los judíos”. Esta pretensión es tanto más peligrosa cuando la prensa a través del mundo asocia automáticamente al Estado con los judíos al apodarlo “el Estado judío” o “el Estado hebreo”. Los judíos de diferentes países se encuentran así como rehenes de los actos de un Estado extranjero sobre el cual no tienen ningún control.

Algunos judíos se preguntan ahora públicamente si la nación étnica, fuente de la violencia incesante en Oriente Medio, es “bueno para los judíos”. Muchos de ellos están perturbados por el hecho que el sionismo militante destruye los valores morales judíos y pone en peligro a los judíos en Israel y otras partes. Esta discusión se extiende igualmente al campo de la cultura popular: el último filme israelí Vals con Bachir se centra en el costo moral para Israel que supone la utilización permanente de la fuerza.

Sin embargo, algunos judíos, tanto dentro como fuera de Israel, han cambiado desde hace mucho tiempo sus valores morales por un nacionalismo desenfrenado. Son ellos los que se posicionan como “los” representantes de “la” comunidad judía. De hecho, actúan como agentes del Estado de Israel y, al hacerlo, ponen en peligro a los judíos que pretenden representar. El lobby israelí alineado con las posiciones de los nacionalistas de la derecha israelí vilipendia cualquier crítica a Israel, en donde muchos libros editados durante los últimos años –Prophets Outcast, Wrestling With Zion, The Question of Zion, The Myths of Zionism –escritos por judíos que están preocupados por el conflicto entre el sionismo y los valores judíos. El lobby israelí denuncia a todo judío que protesta como “traidor” o bien como “judío que se odia a sí mismo”. Pero la amplitud de la protesta no deja de aumentar. Ella cubre todo el espectro judío, desde los rabinos ortodoxos de un lado, pasando por el ex presidente de la Knesset (parlamento), hasta los liberales israelíes del otro.

Hace algunos días, en Londres, el rabino Abraham Greenberg, barbudo en sombrero negro, quemó su pasaporte israelí ante una multitud que se manifestaba contra el ataque a Gaza. En una entrevista después de la manifestación, él explicó que, según la tradición judía, es imperioso hablar abiertamente cuando la reputación del judaísmo es profanada. No ofreció ningún análisis político de la realidad de Oriente Medio, pero subrayó que la idea misma de un Estado reservado a los judíos, y el precio humano y moral que éste exige, va en contra de todo lo que enseña el judaísmo, en particular los valores claves de la humildad, la compasión y la bondad. Concluye que el Estado de Israel constituye “el peligro más grande para los judíos”.

Incluso en Israel, son numerosos los que se oponen férreamente a la idea de atacar a los Palestinos en Gaza. El veterano de la prensa y de la política israelí, Uri Avnery, compara el ataque al sitio de Leningrado y el bombardeo de Londres por las fuerzas nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Este tipo de comparación –que pocos periódicos occidentales se habrían atrevido a publicar por miedo a ser acusados de “antisemitismo”–  es moneda corriente en Israel. En efecto, las denuncias más firmes de la política israelí provienen de los judíos israelíes que están tanto a más divididos que sus correligionarios de otros países.

En Montreal, la sucursal local de la agrupación internacional Voces judías independientes (Independent Jewish Voices) ha instalado un piquete delante de una sinagoga, que sirve como lugar de encuentro sionista para apoyar –sin rechiflas– las acciones de Israel. Ellos tienen una pancarta “Judíos por Gaza” y destacan que “ese estado granuja” no actúa en su nombre.

Más de seiscientos judíos firmaron un llamado a los soldados israelíes para desobedecer y desertar. El llamado fue firmado igualmente por un abanico de organizaciones judías, todas opuestas a lo que hace, es decir, a lo que es el Estado de Israel ya que el último ataque israelí pone de nuevo de relieve un hecho esencial pero a menudo ocultado: es la visión sionista del Estado de Israel como una etnocracia exclusiva lo que está en la raíz de las violencias que sacuden la Tierra Santa desde hace seis décadas.

Mientras que en todas partes del mundo, de Irán a Canadá, los judíos viven en paz entre otros grupos, es sólo en Israel donde se sienten segregados en un ghetto armado que no les garantiza la seguridad y amenaza a su alrededor a todos los demás.

Falta por ver si la ruptura entre los que se remiten a la tradición moral judía y los convertidos al nacionalismo judío puede ser reducida algún día. Todos los que perpetúan la asociación automática de los judíos con el Estado de Israel no sólo comenten un grave error: contribuyen de esta forma a la causa sionista, es decir  confirman la pretención sionista que los judíos no tienen otro lugar en el mundo fuera del estado de Israel.

* Profesor de historia en la Universidad de Montreal; su libro más reciente es Contra el Estado de Israel : historia de la oposicion judia al sionismo (Buenos Aires : Martinez Roca, 2008)

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